Crecer en el Arte

Crecer es alejarse de esas mismas razones que nos dieron base al crecimiento.
Es dejar atrás la multitud y entrar en la soledad del individuo que ansiamos y dolorosamente vamos siendo.
Cuando a través de la obra dejamos atrás etapas, estamos estableciendo la isla de nuestro idioma, de nuestras vivencias, de nuestros anhelos; estamos perfilando eso difícil y en constante transformación que es la imagen de nosotros en la tela, el papel, el espacio.
Este costoso camino de la vida a través del arte implica el riesgo del pánico que producen los sucesivos cambios y evoluciones constantes. La inseguridad de descubrirnos cada vez mas solos, mas profetas de una religión sindioses, mas hermitaños en un mundo etéreo y sensible, en donde el mundo material no cabe porque la dimensión de nuestros anhelos pasa por canales de comunicación que intentamos obsesivamente.
El proceso creativo es doloroso y desangrante aún cuando conlleva el placer en sus entrañas, en su mismo desarrollo. Pero no culmina en él, nuestro anhelo. Necesitamos, amamos al prójimo que desesperadamente buscamos para justificar la existencia de nuestra obra.
Y ese prójimo , que amamos y buscamos, dónde está? , Cuál es? ; es el observador pasajero, el cuestionador interesado, el amante exclusivo, o es el fortuito espectador que a través de su sensibilidad individual absorbe aquello que le dimos sin mas pretensión que la de llegar hasta él.
Cuando nuestra capacidad de conocimiento alcanza un nivel en el cual los elementos básicos del idioma se han incluido en el individuo, comienza una profunda inestabilidad a nivel sensible que nos lleva a cuestionarnos todos los porqué y para quién de nuestro quehacer.
Sencillo sería establecer un para todos, que tal vez implique un para nadie, y entonces negaríamos esa base que nos dió sustento para crecer.
Toma allí cuerpo y consistencia el anhelo de canales de comunicación y pareciera que el observador fortuito es el interlocutor silencioso mas válido ya que se remite simple y sanamente a su capacidad de sentir.
Es indudable que todo lo expresado implica aceptar la terrible soledad de la creación inmersa en el caos del universo plagado de estereotipos , moldes y convencionalismos, a la vez que rico en diversidades formales y dimensiones diferentes.
Implica también la duda de no llegar a todos, de dar para unos pocos, de intentar y no lograrlo. De sentir y no ser sentido.
Pero en el riesgo está la honestidad , está lo verdadero, en ese riesgo está la vida y nuestro crecimiento.

16 de diciembre de 1983

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