ESCRITOS - Prosas

Para mis amores de la vejez, Naiara y Elian, deseando que estos escritos les sirvan para conocer un poco más a su abuela, brindándoles una visión de su mundo personal. 

A mi hija Gaby, que me ayudó a envejecer con alegría.  

A mis padres, que me dieron sustento, educación y amor para llegar a ser lo que soy.  

A la memoria que formando parte de la vida construye el presente.



¿Que nos pasa?
Quisiera entender cuál es el criterio que prevalece en la mente de quienes deben tomar decisiones desde el estado para decidir, sin consulta a los interesados, y disminuir espacios que han costado mucho conseguir. La Cultura no es el capricho de unos pocos selectos. La Cultura no es una dádiva para escasos diletantes. La Cultura es el resultado de nuestra realidad como sociedad y en ella se mira para crecer y desarrollarse. Achicar o quitar espacios a la cultura es atentar contra sus posibilidades de pensar, sentir, vigorizarse, y devolver a la comunidad, esas energías convertidas en creatividad hacia el espacio que integran. Uno mi abrazo a los hacedores culturales de San Martín de los Andes, a fin de que se logre encontrar una solución para las áreas que deben ser reubicadas, que no perjudique a quienes por muchos años han trabajado sin descanso, en lugares impropios.

Un recuerdo en el ocaso de Luz Maria Font
Tal vez no fueron muchos quienes pudieron conocer su menuda persona. Su humildad como ser humano. Su integridad en la conducta. Su fortaleza en las decisiones. Pero sin dudas quienes tuvimos la suerte de hacerlo, no podremos olvidar a una mujer integra como Luz Maria Font que desde el 30 de noviembre pasado nos aguarda en algún rincón del universo. Su paso por la función pública, dejó una huella clara en el ámbito cultural de la provincia, que bien puede ser tomado como modelo para gestiones futuras. Caso raro en nuestra sociedad, que poco sabe del trabajo arduo y el perfil bajo. Luz Font con la Lic Ana Bisett, y la Lic.Stella Cuneo estudiaron denodadamente y redactaron la ley de Protección del PATRIMONIO HISTORICO, ARQUEOLOGICO Y PALEONTOLOGICO DE LA PROVINCIA DEL NEUQUEN n*2184 Ley Bisett. Este solo hecho merece, que la comunidad les deba, un lugar de privilegio en el desarrollo histórico de la provincia. No solo por la protección que la ley implica en la defensa y resguardo del patrimonio, sino porque ha sido modelo y ejemplo para otras provincias del país que han reconocido en la misma, las calidades precisas y apropiadas para su sanción. Poco se puede agregar a la tristeza de su alejamiento. Solo queda desear que la comunidad del Neuquén resguarde aquellos valores humanos, que dejaron aportes importantes para sostener el futuro

DISCURSO INAUGURANDO REAPERTURA DEL TEATRO SAN JOSE SMA

Sra Intendente Municipal,Sra Luz Sapag
Sr Jefe del Regimiento de San Martín de los Andes,
Autoridades Provinciales,
Autoridades Municipales,
compañeros de tareas, amigos y compatriotas.
El devenir de la vida, me ha colocado en un lugar privilegiado para mis ideales y en un tiempo inmejorable para mis sueños.
Mis sueños de adolescencia, en un poder servir a la comunidad desde el ámbito vocacional de la cultura, han tomado forma y desarrollo con reales posibilidades de hacer, cuando pocos meses me separan del final de la vida activa laboral.
Se suma a ello poder cristalizar los hechos en el ámbito de una provincia muy cara a mis afectos, que me dio la oportunidad de ser y crecer, como mujer, como madre y como artista.
Esto que ya en otras oportunidades lo he expresado, viene a cuento aquí para explicarles mi postura esencial, desde lo que interesa por mi labor y quehacer diarios.
Este escenario individual pasa hoy a integrar el campo de las experiencias grupales, de esta comunidad sanmartinense que todos conformamos.
Este escenario que hoy reabre sus puertas, con la dignidad de su historia, el enriquecimiento de los hechos que en él ocurrieron, y la desafiante presencia que anuncia el porvenir, nos aúnan y nos convocan, para que juntos pongamos en escena el futuro, en el Teatro de nuestra vida como comunidad.
Este pequeño recinto resume, metáforas y espejos, danzas y firuletes, cantos y proclamas, es ágora de encuentros para entusiasmos compartidos, y es rincón de silencios para espíritus en búsqueda.
Es el ámbito donde ambicionamos mostrar nuestros sentires, expresar nuestras alegrías, exteriorizar nuestras angustias, convocar las más excelsas virtudes del hombre para y por el hombre en beneficio del otro, de los otros.
Eso somos en la cultura, somos uno para y por el “otro”, porque por y para el “otro” sentimos, porque para y por el “otro” expresamos, porque para y por el “otro” somos servicio, servicio desde lo más profundo de la esencia individual hacia lo colectivo y también hacia lo individual del otro.
Por eso en la cultura nunca somos solitarios, difícilmente podemos señalarnos como individuos, somos como grupo constituido por individualidades peculiares.
Somos individualmente, potencialmente pasibles de crecer, de capacitarnos, de esforzarnos por mejorar.
Ese es el desafío individual.
Desde la función que hoy sustento en nuestra comunidad, el compromiso con el “otro” es difícil y arduo.
Muchas palabras podría derramar para explicarles mi parecer acerca de lo que esto implica, en un final de siglo, en una sociedad mundial que ha puesto en cuestión hasta sus más profundas raíces, en una América Latina, en un país conformado por mil orígenes diversos, en una provincia joven, en una comunidad pequeña, en fin, en esta realidad que hoy transitamos.
EN este postmodernismo importado o nuestro en que “todo Vale” y “nada sirve” y entonces si todo vale nada sirve o si nada sirve todo no vale.
Debemos detenernos a pensar en silencio, en nosotros, con el infinito o Dios o quien quieran por testigo.
Y en el silencio de nuestro pensar, rearmemos nuestro sentir y expresemos en paz al mundo nuestra esencia.
Al respecto , si tengo una meta clara y fundamental de mi labor : crear espacios dignos para que el ser humano , “el otro” , se exprese, ofrecer esos espacios a todos los integrantes de la comunidad.
Procurar que las vocaciones tengan posibilidad de desarrollo, intentar despertar nuevos cauces para la exteriorización del espíritu; todo ello , ¿para qué? , para procurar una mejor calidad de vida en nuestra comunidad.
Procurar que una vocación artística se convierta en un medio de vida digno para los hombres y mujeres que abracen su historia.
Amigos, desde las profundas raíces que significan las seis generaciones argentinas paternas y maternas que llevo en mi sangre, desde el empeño moral que significa el tener una hija de esta tierra neuquina, quiero manifestarles hoy simbólicamente en este 25 de mayo en que reabrimos las puertas del Teatro San José, mi compromiso en trabajar para que los sueños que hilvanan nuestras ambas, cristalicen en una realidad que construya y produzca una comunidad más feliz y próspera.
Juntos lo hemos de lograr, ese es mi deseo.
Gracias Elena Lapuente
Mayo 1996 San Martín de los Andes



Trabajos de mantenimiento en el Museo Primeros Pobladores

Marzo 12 de 2012 Patagonia News

Se prevé la reapertura de este importante espacio cultural para el próximo 20 de marzo
(MSM). El Intendente, junto al Secretario de Cultura Antonio Núñez y la Subsecretaria del área, Fernanda González, recorrieron las salas, observando las tareas que se están llevando adelante, y que se prevé permitirán la reapertura para el próximo 20 de marzo, con una muestra fotográfica del grupo El Bondi sobre La Mujer.
La recorrida continuó por el Teatro San José, donde también están previstos trabajos en su estructura, para optimizar el aislamiento térmico de esta construcción histórica.
El Museo Municipal Primeros Pobladores se encuentra ubicado en el centro cívico de la ciudad. Pertenece al primer período arquitectónico, construido en madera de raulí por Luis Tossi en 1930. Albergó a la Primera Comisión de Fomento y posteriormente a las Primeras Autoridades Municipales. Con la construcción del actual edificio Municipal en 1959, cayó en desuso. En 1959 fue trasladado al corralón municipal utilizándose como depósito, vivienda y comedor de obreros. La reubicación en su sitio original para su recuperación como museo data 1988.
El edificio fue rescatado y su estructura recompuesta, con material similar. En 1988 es trasladado definitivamente a su emplazamiento actual, que difiere en cinco metros de la posición original. Se inaugura el 4 de febrero de 1989. Por diversos motivos, no se abre con frecuencia.
El 1 de septiembre 1996 con el impulso de la Directora de Cultura Elena Lapuente, el Museo reabre sus puertas, en forma permanente. Desde el 2009 depende del Área de Patrimonio Histórico y Ciencias, organizándose muestras de sucesos históricos, arqueológicos, paleontológicos de la localidad, la región y Sudamérica.


Ausencia 
 
Apagó la radio. La música persistió en el silencio, viajando de algún lado.
El asombro se apoderó de su mirada y entre tumbos, avanzó hasta la baranda de la escalera.
Espero ver, como era su costumbre, el último adiós con el sombrero.
Pero, no había venido a saludarla. El aliento se entrecortó con el deseo y la garganta, en zarpazos, destruyó las palabras.
Su espalda retornó de la escena perdida y liberó la trampa alucinante.
Tan solo dos días de su ausencia, relumbraban en la vigilia. Luchó para acallar la añoranza, y entonces, inventó el silencio.
                                                                       Después del 2000 

 

Amante


Inquiriendo quién eras, conocí la metáfora. 
Devanada entre matices y sinónimos, creció la magia.
Intuí voces gritando  oscuridades y sospeché luces, atemperando el  dolor herencia de las marcas.
Ahogada entre las hojas, surgen los sones del tumulto, fulgores de almas. 
Entre canciones de distancias, arropados con caricias nunca pensadas,  modelamos la gloria de un instante y construimos andamiajes.
Pisando aquellas piedras que nos vieron a la orilla del agua, recupero el encuentro y paso a paso rescato la dulzura, el amor y la calma.
                                                                     Después del 2000


Derivando                              

Transidos por las palabras y el entusiasmo atravesado por silencios, abrimos los oídos acallados al susurro de la mente.
Discurrimos escuchando, dialogamos opinando, debatimos con pasión intentando dominarnos.
Como si la acción fuera el sonido, sujetamos el eco haciendo reales sus efectos.
Osamos la aventura de entender, destruir y reconstruirnos, aceptando el riesgo de prevalecer en la palabra.
Darle rumor y música a la idea, confeccionando imágenes de elocuencia y verdad. Verbalizar la simple esencia implica riesgos, ascética contundencia.
Arriesgar la estructura fundamental para fortalecer su defensa refractaria, es todo una batalla.
Quizás la lucha sea incentivar perseverando en exorcizar lo detestable y privilegiar lo incuestionable.
                                                                                                                             6/05/02

 

Día


Un rizo de aurora mojó la mejilla. Su  calidez regó de imágenes el infinito.
Había llegado la hora. Lentamente repasó el futuro próximo.
El deseo de otros aires inundaba el silencio. Milagro de rojos asomaron a los techos y un abanico de perfumes arropó la escena.
Con parsimonia, abrochó los proyectos sujetando la realidad.  Sus movimientos eran sacrilegio para entonces. Había que ahumar el vidrio para no quedar ciego de tanta luz. Una gran bocanada bailó sobre el cristal haciendo mil piruetas.
Sentir. Disfrutar.  Guardar el gozo hacia instantes que seguramente vendrían.
Detener la rutina  y perdurar en la magia.
Lo hizo.
Era similar al encanto de las chispas del agua en la cascada. Pudo empezar saboreando dulzuras y llenando sus pupilas con las sombras que escapaban.
El locutor encendió su voz y trajo el ahora.
Cerró los ojos, ansiando retenerlo todo y con letargo, fue hacia el rito bajo el agua.
Algunas gotas aún descansaban su modorra en los hombros, cuando se descubrió transitando entre baldosas la mañana.
No supo cómo, pero estaba allí. En algún cuando, un trompo humano envolvió su silueta mutándola en pedazos.
El ruido, las corridas, la sorpresa. Mirar sin ver. Escuchar para querer olvidar.
El aire, se tiñó de nubes arcanas. Como si la paz volara disfrazada de araña, se doblaron sus piernas y la dureza del ámbito se ensañó en su mirada.

Los titulares danzaban, haciendo su mejor aporte al horror.
“... Cuando se aprestaba a cruzar la calzada, la joven fue blanco de las balas perdidas de la persecución.....”                                                                                                                             2010


DESDE 1970 AL 2000

 

Diálogo postrero


-¡ Podías ser? !!!
Recibí tu mirada y en silencio, mi voz salió dormida....
- Lástima que llevó la vida serlo.


Había que contar las nubes antes de tenderlas.

Cada noche al arroparte, manifiesto ritual amoroso,  te pedí que contaras las nubes, antes de tenderlas.
Que  despertaras la luna antes de tiempo.
Sin esperar, aún sin saberlo, fuiste dándome los cimientos de tu ilusión para  el día que fuera.
Apasionada, entre mohines y  quejas, reclamabas la última caricia ante la oscuridad del misterio.
Con palabras desgajadas de un léxico aprendido al sol y entre los juegos, fuiste armando el mundo con pececitos alados y ratones inquietos. 
Persiguiendo tu magia, volamos hacia el mismo paraíso, entre la ingenuidad de la imagen y la pertinaz realidad de lo concreto.
En tu memoria, las palabras reclamaban su lugar reiterado, no permitiendo devaneos. Rechazo invariable  por la vocecita suave de un “así no era”.
Nunca pensé  que la Luna no despierta antes de tiempo, ni que las nubes tendidas,  no contaban para sumar su efecto.
Aprendí que no se puede cambiar el curso de tus  sueños,  que no podría cambiar la aparición  de tus imágenes secretas, y que en cada porción de realidad que vivieras, forjarías una porción de la ilusión que tengas.
Hoy ya no arropo tus noches, ni atravieso tus sueños, solo  puedo acompañar tu música y  persistentemente, cada noche,  pedirle a la luna que despierte antes de tiempo, contado las nubes al tenderlas y acompañe tu sueño.


HOY, MÁS ALLA 
                    
Transitar lento por la sombra de mi cuerpo.  Una voz interior dicta la palabra. Diálogos que se niegan al sonido, recorren la inversa curva del tiempo. Conjugando el vivir, la mente danza y desata el corral de la ignorancia. Aquello desconocido no se elige. No obstante,  los maestros internos guían hacia el infinito. El movimiento nace a la magia y el centro pierde virginidad en el presente.
Ansiosa lujuria del hecho creativo, el cofre de mi piel regurgita palabras.
Más allá del sonido, se convierten en tensión y surge la imagen.
Como discurso romántico y mordaz, libélulas esquivas pululan mi entorno de papeles y lápices, presagiando asociaciones próximas a la idea. 
Esmeradamente  la pasión  esculpe rastros de otras tempestades.
El  silencio, dialoga y rompe el vacío de la existencia. Poseo el sentimiento, por lo tanto su fuerza y su misterio.
Dejé la ciudad donde nací. Olía hollín y cloacas en sus calles.
Árboles que florecen por primaveras que no vivieron.  Contradictoria como la calma y el infierno, virtudes exasperadas, teatralizan su opuesto.
¿Cuál es el hechizo que establecen las cosas, para amarlas a pesar de sus contornos ásperos?
Añoro perderme en la ignorancia del tumulto, tanto como amo pasear en lo umbroso del bosque o caminar por la arena  reseca de grietas.
Sepultada en cenizas del pensar, florecen hierbas amargas. Hago un hueco en las cobijas y me arropo de la nostalgia.
           Le hablo a mi alma para que sea libre.  Frases nunca escuchadas alumbran paradigmas.  Desde la fibra con fuerza aparece  el impulso.
Metamorfosis de colinas y lagunas, entrevero de palabras.  El lenguaje es ausencia vencida en el tiempo y su amor ocupa el vacío de la magia.


Quizás Algunos


Difícil olvidar cuando es presencia, que recuerda la ausencia del deseo.
Abrazando la caricia mullida, me dejé ir por el curso cálido de momentos añejos. Era necesario reconstruir la alegría para transitar el próximo invierno.
Mi sombrero caminó cansino hasta el perchero. Una lágrima rebotó en la piel pidiéndole a la mano su consuelo, y el respaldo fue sostén de borbotones que entre sonrisas y ayes  circundaron la mente.
El tiempo, instante eterno, me arropó en sus ideas y fuimos uno con tu imagen perfilada en el brillo de la hendija cómplice  que permitía el pasaje hasta mi pecho.
Concluí que quizás alguien pueda desoír las voces que nos llegan desde el centro.  Quizás pudiste. Pero es difícil sortear el camino que entre risas y estertores hemos de pisar sin saberlo.
Pensé que recoger el estandarte de los tiempos, treparlo a alguna nube y hacer con esto un recorrido eterno, era un desafío. Pero era cierto.
Podría subir a cada celaje una sonrisa y a cada cúmulo un aproximación, un arpegio.
 Escuchar la música disonante que clamando rearmarse en pentagramas compuestos, buscaba su lugar en óperas de existencia. Composición y  conjunto de individualidades armonizando entre corcheas y sueños.
Habría que mutilar tantas dudas, construir imágenes con retos, desafiar los silencios, acallar las pérdidas obligadas y eternas. Perdonar nuestras sombras, estrenar jubileo de ilusiones extremas. Encontrar en el otro la estampa de lo bueno. Acordar el amor de distintas espinas en un mismo collar brillando en los aciertos.
Derrotar voluntades oscuras que dejan a la luz escarnio y yerros.
Construir sobre la piedra, modelar la pupila para acertar la forma y el matiz, sus tenues y sus plenos. Horadar la oscuridad y el viento.
Transgredir las siluetas marcadas ayer por múltiples arenas propias y ajenas. Imponer lo esencial a la negación y al espejo.
Rebotar en la mezquindad del centro y pensar en conjunto, mitigando la soledad en la danza de remolinos que conforman el cauce axial y complejo.   Recorrer el sendero sin saber que esta siendo.
Abracé la caricia mullida y supe que todo era, sin poder vencerlo.
Supe que así toma sentido el abrazo, la caricia  y es sustento.
Amé la posibilidad y en lo posible, amé el encuentro.

Hilo a Hilo fue peinando la ira


Con sombrero de hilos azul plata, creciendo para iluminar alguna sombra, así se veía.
Los rastros quedaron marcados en su piel venteada por los años.  El sol de otros días se opone a acariciar heridas que no sangran.
Atrás quedó la habitación vacía, las risas  que inundaban espacios, hoy inertes, compartidos para algún mañana.
El contraste, entre el abrupto envoltorio de la oscura  escena y la musical fuerza del curso de agua, juntó el recuerdo con el dolor y fue presencia humana.
Rememoró tal vez, la primer escena inocua, intrascendente y tibia, que adquiriera importancia al transcurso de otras, fielmente recordadas como urdimbre.
Y entre los rizos del agua, fue depositando una a una las estampas pintadas, y con el torbellino, los colores se confundieron en dolor y arcoiris, simulando la magia de cada instante redivivo.
El tiempo adquirió su segundero propio y mágico, siendo un instante que aguijoneando el alma,  llevó al momento certero, al hilo, que delató el ocaso, el olvido, la rabia.
Hilo a hilo surcó imágenes, decires, faltas.
Desarmó en cadena el entretejido recuerdo, desatando incógnitas, deshaciendo ilusiones, desoyendo nostalgias.
La ira como turgencia sangrante, se adueñó del alma.
No había forma posible de restaurar la calma, de recomponer el cuerpo para amoldarse al dolor que provoca la ausencia de un abrazo esperado, de la ilusión que desnutre y deja el vacío con añoranza.
Imágenes que fueron sin ser, alimento para horas vacías y lejanas.
Como un rito crucial, se acercó al río y mansa, lentamente, fue dejando caer cada porción de piel, cada guedeja de su cabellera ultrajada.



La  papelera


Paredes blancas con grandes ventanales,  recortes de paisaje que invitan a mirar sin descanso. Desde estas alturas todo podía convertirse en un lugar diferente.
Calles, crispadas de sonido y movimiento, tornadas en alineados cauces  con direcciones preordenadas. Ventanucos  oscuros ornados de molduras y detalles, ofrecen una escenografía para cualquier escena que pudiera plasmarse.
En la larga hilera de autómatas que sumábamos cuotas impersonales, el flaco vecino me comentó risueñamente, por lo bajo, el gran descalabro que podríamos producir  invirtiendo los signos y  sugiriéndome probarlo.  Dibujé una sonrisa ante la idea y no abundé en comentarios.
- La empresa no le paga para que Ud hable -  había dicho el gordito insulso que circulaba controlando.
Con el espanto apretado en la garganta, volví a mirar la automaticidad de mis dedos en el teclado y el vertiginoso fluir de las tiras con números  y cuentas que mi  imaginación se negaba a retener.
Pasarían largos minutos antes del descanso y ansiaba el momento de relajar la espalda y darle paso a pensamientos que estarían más allá de los cristales.
Mientras mis dedos  bailaban con las cifras,  intenté dibujar otros perfiles y persiguiendo atajos, me empeñé en imaginar otro escenario.
La contundencia de las cuentas  y la responsabilidad inculcada, profanaban la escalera de sueños que inútilmente trataba de construir.
Finalmente y casi como si estuviéramos obligados ante la gentileza, al unísono y erguidos, marchamos hacia la cafetería para los diez minutos relajados.
Había transcurrido la mitad de la jornada, pensar en otro tramo igualmente tedioso parecía una osada aventura imposible de completar.
Otra vez la maquinita, otra vez las cuentas, otra vez el soñar mientras los dedos transitan mecanizados el prolífico camino de sumas y resultados.
Ahí estábamos todos,  bailando en los teclados.
El sobresalto llegó con la campana   modificando la acción, para dar rienda suelta y llenar de tiras y ristras de papeles ajados, todos los tachos.
El Insulso, también automatizado,  como en una letanía repetía a diario:

-          Muchachos! Hay que vaciar los papeleros,….. Muchachos!

 

 

      El burro no estaba bautizado 

 

Teníamos que esperar cada verano, el largo viaje hasta los colores de la quebrada.  
Un abra en la sólida cordillera pugnaba por ofrecernos otra visión de su armadura. 
Allí nos sumergíamos en el sol y el polvo de las calles con acequia bordeada de piedras que nos empeñábamos en saltar a uno y otro lado. 
En nuestros pies la alegría se enseñoreaba, y dábamos paso a la imaginación de mil formas y canciones. 
La calidez del cielo cobijaba nuestro desparpajo dilapidando el tiempo con la ingenuidad de la infancia que nos protegería para el mañana.
Entre alguien del grupo surgió la idea. Cada cual en un burro y a tratar de embocar la pelota en el arco. Era la apuesta. 
Empujando los burros como un carro cargado, tropiezos, caídas, lamentos y alaridos, alternaban con miradas de cansinos borricos, visiblemente azorados. 
La gesta era ardua. Las ancas de los burros parecían paredes de mármol talladas en el aire saturado de polvo y risotadas. Empujados hacia el arco, parecían negarse a cometer semejante acto. 
Alguno que otro se cansaba y sin mediar comunicación a su atareado jinete, se hincaba y resolvía la cuestión acostándose. 
Inútiles eran los vituperios y griterías de jinetes y circundantes. El convencimiento no llegaba sin mediar hostilidades que dejaban desfallecientes jugadores como resultado.  
Nunca se supo bien quien ganaba cada competencia. Seguro es que al cabo del primer tiempo, solo quedaban despojos de humanos y burros que se negaban a ser bautizados.   

 

Domingos de Madre

 

Sucedía siempre en Domingo y durante muchos domingos de mis escasos años.   
No importaba la lluvia, el sol o el viento. Era siempre en Domingo. Ese que pudo ser de paseos en el parque, de hamacas  y de juegos, de  correrías y  festejos.
Rutas angostas, bordeadas de interminables amarillos en sus banquinas,  cruces entreverados con rotondas construyéndose,   trasladaban a este grupo irreverente de chicos, jóvenes y madres, a la visita angustiosa presidida por ojos custodios e interrogantes.
Esta construcción sólida y prolija no era diferente de los espacios distintos que ya habíamos conocido. Buques, puertos, oficinas, lugares oscuros y llenos de presencias ajenas.
En la imagen, el calor o el frío producen su mismo efecto, aletargado y sin tiempo.
Traspasar los umbrales significaba una larga espera  desconcertante, incierta.
Ingresar al recinto, mostrarse. 
¿Qué buscaban las  palabras y las manos, en  las preciadas  vituallas y aún en nuestros cuerpos? 
Ultrajaban la intimidad de los afectos con el desparpajo del inventario almacenero, y cuando la conciencia les indicaba algo concreto, con sonrisas cumplidas intentaban restañar sus malévolos efectos.
Pudo haber sido ayer o hace muchos años. Pero tal vez, deseo,  no siga siendo.
La memoria repite el recorrido, completando secuencias que no paran, calcinando etapas sin regreso, estableciendo fangales tenebrosos que entorpecen  creer y seguir viendo. 
Las madres desde su convicción y dignidad cuestionan, y establecen parámetros firmes adormeciendo las rejas, con su firmeza propia, nos llevan a  atravesar barrotes que desde la inocencia trepamos como escaleras.
Caminar de la mano, sin mirar hacia atrás, siempre en silencio.
Y cuando de reojo vislumbro a nuestra espalda  un montón de orificios en la punta de caños atrevidos y férreos, que varios al descuido  bambolean sin quererlo, siento que el mundo se detuvo y  algo diferente sucede en el momento. ¿Quién viene con nosotros que merece este tratamiento? 
Rumores de palabras que no entiendo pero presiento oscas y que niego. Preguntas que se atragantan en manojo de sentimientos, atropellan el paso y  sin que medien preámbulos, estamos ahí nuevamente, en lo incierto.
¿Por qué tanta alharaca? ¿Por qué tanto espamento?  ¿Qué sucede con estos que a jugar, no vinieron? En el abrazo, el calor cobijante restablece mi centro.
Componemos en la magia, un hogar trashumante, original, que siento áspero y ajeno. 
Poco dura el sortilegio y nuevamente hay que traspasar el camino inverso con la aguda sensación de dejar atrás parte de lo nuestro.
Vuelven las preguntas acalladas, los interrogantes que nadie develará seguramente, las dudas que la inocencia plantea quedando abiertas y que aún hoy son cuestionamiento.
En cada uno de aquellos que algún domingo miré inquiriendo, quedaron girones de una historia sin respuestas, que solo sirvieron  para construir la mía con sus grietas.
 

Ni siquiera una lágrima 

 

Como témpano enclaustrado en la niebla, el hombre pequeño, tembloroso, nos mira.
Fue cruzar pabellones  hasta encontrarlo, alternando brincos de una niñez ingenua con la potente sensación de transitar lo inenarrable.  Allí se trenzaban  ilusiones enroscándose  en el desconcierto y claudicando al dolor.
Aferrado a los barrotes, conteniendo la fuerza y  el caudal de potencias que la ignorancia no acierta a  comprender. Luce líneas caprichosas en su frente.  Voz apenas susurrante. Mirada en lo incierto. Cubiertos sus brazos de  lunares purulentos marcados por la ignominia,  está ahí, esperando quien sabe qué.
El estómago se anuda, alejo la imagen  para no volver.
Diez, veinte o treinta años ó un segundo  más tarde, la trenza no grita, ni siquiera vomita una lágrima, quedó ahí.
En  la memoria tendrá que ser recuerdo y no misterio.
Su imagen fue testigo  para mí.    

                                                                                  

FIESTA

           
La lluvia había tomado posesión de cables y edificios componiendo una escenografía gris terrosa. Teníamos que realizar varias diligencias, que me inquietaban, y el cielo plomizo era una molesta compañía para mi alboroto.
Mi padre  había hablado de los trámites como de un secreto. Debía guardarlo en reserva y no comentarlo ni siquiera en la familia, menos aún, en la escuela. 
Esta necesidad de misterioso origen, llenaba todo el ambiente de una embriaguez especial. La promesa había sido concreta. El regalo:  un viaje  de los dos, por una semana, a un país vecino, en lugar de la fiesta prometida con anticipación.
Mi imaginación no paraba de elaborar situaciones. Armar la valija, poner la pulserita que me regaló Susana, el vestido verde con amplio vuelo, porque si bailaba quería que se moviera como la había visto en las películas. No me preocupaba demasiado la falta de una fiesta especial. Toda la aventura me parecía suficiente reemplazo. La sola idea de hacer el viaje, los dos solos, me parecía una epopeya.   Mi madre no estaba  muy conforme.
Entre un trámite  y otro, parábamos a tomar jugo en algún barcito y “casualmente” siempre nos encontrábamos con un amigo de papá.
Las conversaciones eran aburridas. Parecían estar llenas de indicaciones de tal o cual lugar, o ver a fulano o mengano. Muy bien no entendía la relación de todo esto con el festejo.  Ciertamente no me preocupaba pero crecía la intriga  por esos cuchicheos.
Finalmente los trámites dieron como resultado, el pasaporte listo. Me pareció que mi estatura crecía en el ámbito familiar siendo portadora de este documento.
No se había fijado fecha aún para la partida. Quería que fuera sábado para que mis amigas pudieran ir a despedirme. Pero todo indicaba que sería noche tarde, lo cual complicaba esta posibilidad.
Finalmente, y pasados unos quince días, se estableció la fecha para el jueves de la semana próxima.
La magia envolvía  todos mis actos. Los últimos preparativos  y las charlas finales antes de partir . En mis sueños se tejían bandadas de imágenes que esperaba develar pronto.
Llegó la mañana.  Ya todo listo, no cabía en mis zapatos por salir corriendo hacia el aeropuerto. A las seis de la tarde era la hora indicada.
Almorzamos e intenté algún juego con mis hermanos. Sentados sobre la alfombra desparramábamos cartas como si fuera un tarot pergeniado en el momento.
Cada uno inventaba su historia.
El juego se interrumpió con el timbre que insistente nos sobresaltó.
Serían las cuatro. El visitante resultó ser el amigo que encontrábamos en los barcitos de los trámites. Lo recordaba bien, porque tenía barba y bigote.
El hombre charló algo con mamá.  Corto y en voz baja.
En segundos se fue. Ella quedó parada, mirando nuestro juego, sin decir palabra.
La miré y noté algo diferente en su cara.
-          ¿Qué pasa mamá? ¿Ya nos vamos?
Un instante de silencio se deshizo entre el juego y las preguntas. Sin vacilar y como tratando de ser lo más natural posible, contestó:
      -  No, por ahora no hay viaje. Mejor será que ordenes tus cosas en el ropero.
Sabía que no podía pedir muchas explicaciones. Ya me lo habían recomendado en varias oportunidades durante los preparativos, pero la angustia me desbordaba y corrí detrás de ella hacia la otra habitación.  Sin parar, preguntaba y pedía entender qué había sucedido. Ella se sentó a los pies de la cama y remarcando cada sílaba, cada letra de su frase contestó :
-          Se te ha dicho ya que no preguntes, solo tienes que aceptar que no hay más viaje posible ahora.
Conocía sobradamente los imperativos familiares. Por lo tanto con un ato de preguntas en la garganta, di media vuelta y me encaminé a mi cuarto. Pasé el resto del día esperando que llegara mi compañero de viaje, con la secreta ilusión de que todo se solucionara. Pero el cansancio me venció. Cuando la casa estuvo en silencio transité hacia los sueños que fue lo mejor que pude hacer.
La mañana me encontró volviendo a la ilusión de la vigilia. Rápidamente, corrí al cuarto de al lado, en la intención de hacer preguntas que contuvo el sueño.
Mamá aún dormía  y mi padre no estaba.
Volví a mi cama. Cuando el día inundó la actividad hogareña, noté algunas diferencias en la rutina. En el bolso preparado de papá habían variado algunas prendas y estaba listo como esperando algo.
Sonó el timbre. El mismo hombre de ayer retiró el bolso y  no se lo vio más.
Pasaron tres o cuatro días en que las horas se confundían entre las actividades y las preguntas atragantadas.  Mis hermanos participaban ahora de mi inquietud, por el ausente desde aquella tarde.
Otra visita inesperada fue la portadora de más motivos de intriga y sorpresa.
Mi madre nos pidió que fueramos al patio y como era de suponer tratamos de escudriñar el suceso por una hendija  de la puerta.
Con calma la visita fue adueñándose de la palabra.
...el plan ha  sido modificado...
...la entrevista será en otra ocasión. ...
...podrían utilizar el cumpleaños de otro hijo como pantalla cuando fuera necesario...
...el partido se ocuparía de ocultarlo el tiempo necesario....
Finalizando el hombre se levantó y como despedida se oyó la voz de mi madre diciendo:
-          Dígale que se cuide y vuelva cuando pueda, pero no habrá otro cumpleaños para usar.
Ya sola, mamá lloraba.
Años después, aún preguntándome por mi fiesta de cumpleaños, supe que aquella tarde lo interceptaron en la calle para abatirlo. Logró escabullirse entre la gente y no lo vimos por varios meses.
Cuando regresó, sin aviso previo, reunidos alrededor de la mesa, nos habló con cariño, contándonos sus sueños de ausente.
Tal vez esa tarde inicié un camino que hoy sigue presente.
 

HAMBRE HOMBRE HERRUMBRE

 

Monstruosamente oscuro, con la superficie rugosa y áspera, con la actitud ladina y solapada del acecho, merodea sin horas. 
Levanta sus pasos para dejar la huella. Señal clavada en almas inconclusas de habitantes inciertos.
Hambre. Hombre. Herrumbre.
Imagino un horizonte distante y  puntos hormigueando gotitas de cristal para contruir las fuentes.
¿Cuántos  fueron? Si es que son. ¿ Acaso la ignorancia es existencia? ¿Qué pasa con mis pies que no atinan andar?  ¿Supiste que el azar de los días será para todos mañana, o no querrás?
Alimaña. Serpiente.  Fantasma.  Hambre.  Herrumbre.  Hombre - Hambre.
Convertite. Aléjate, Morite.  Déjame. Déjalos.  Andate.¿Esto es hoy? o esta siendo? ¿Lo leí? o fue? ¿Qué nos pasa? Rebuznar del tiempo. Panfleto. Bochorno. Vergüenza.
Monstruosamente oscuro, con la superficie rugosa y áspera, con la actitud ladina y solapada del acecho, merodea sin horas. Levanta sus pasos para dejar la huella, señal enclavada en almas inconclusas de habitantes inciertos.
Las mariposas despreocupadas revolotean jugueteando con el rayo de luz. Danzas diferentes componen un escenario variado de colores y formas. Diferencias que son matiz y tamaño. Despreocupación que se antepone al alerta.
Los pétalos alfombran sus cruces de avenida multicolor. Siento el aroma y se incorporan en mi, augustas canciones de luz.
El animal agazapado;  escondido tras la sombra del espinillo, miraba deleitándose. Observaba el ritmo de la pena lenta que avanzaba hacia el horizonte. No todos eran iguales. Unos eran animales otros bestias. Unos eran de azúcar, otros de miel. Collar de diferencias. El animal agazapado desconocía su consistencia, creía en la ignorancia. Sostenía las espinas para mejor ver. Prepara su atropello; triunfo en la derrota como bestias de azúcar y animales de miel.
Quiero gritar sus nombres. Quiero frenar el dolor.
Quiero que me mires, pensemos, sintamos algo parecido al pudor.
Mezclemos lágrimas con risas, unamos luces y amor. No respires. Pensemos. No mires. Hablemos. Escucha que vuelan aves, huele su canto al pasar.
Volvamos....., dicen que hay que recordar. ....
Aplastadas; pesadamente las mariposas marcaron su delirio de sueño y dolor.
El agazapado liberó su salto y un calidoscopio fugaz rodeó los espinillos, ofreciendo imágenes voluntariamente marcadas por la historia y el sudor.
Mueren aquí y ahora  tantas mariposas por minuto, que cualquiera de nosotros puede hacerse una túnica con sus alas; tantas...., como para poder cambiarnos de vestimenta cada día. Así nunca nos daremos cuenta de cuántas menos vuelan para nuestro solaz.
Apagué la imagen, no tenía sentido hacerme la túnica, no tendría ocasión para usarla.
Quiero cerrar los ojos. El corazón se apura a latir. Galopa. No hay tiempo. Las mariposas vuelan a mi alrededor. ¿Las viste? Son como las tuyas. Iguales. Bailan el mismo olor.Apagué la imagen, no tenía sentido pensar en las mariposas. Otro día, cuando quieras, nos sentamos y con piedritas en el suelo perfilamos sus alas.  Algún día en otro momento, les damos una serenata.
Late el corazón  muy rápido. Deben ser las mariposas que vistiendo en la túnica, ofrecen su ardor.
La bestia dormida, satisfecha de azúcar y de miel, estiró su camino incorporándose en el aire. Todo es uno, fundido espejo de imagen hoy.
Observo el hacer y comparto su espacio buscando salida armoniosa para un espectro que es invasión de luz. Que es negación de oscuridad. Que es defensa de la fuente y sustento esencial.
Grito. Es tiempo de dolor.
Vivirlo es la condena, porque las mariposas no vuelan como yo
NA
Esto fue escrito hace más de 20 años, producto de una escucha radial sobre Somalia.
Hoy es mi tierra la doliente, y el mismo texto vigente me cruza las entrañas.  
Venir de dónde                                
                 
La dársena instalada en la mañana recibía el solazo de enero y los aires del gran río.  Empedrada, parecía un patio de juegos. Cobijaba el gentío movilizando bultos, maletas y bolsones.
Trajinaban hombres cansados con sus carritos aliviando la tarea.
Habíamos llegado con suficiente tiempo para recorrer los puentes, las cubiertas.
Fue una aventura con preguntas y misterios sin respuesta. Tal vez con los años entenderían.
La abuela escueta y cortante, estaba ausente de nuestras intrigas.
Ellos, desde la turbiedad de su mirada, recorrían en los detalles el derrotero de inmigrantes.
Se ubicó en el camarote. Bajamos. Desde el mismo empedrado dejamos ir su figura arropada en cariños.
Habían llegado ya ni sabían cuando. Vinieron, crecieron, lloraron, rieron. Dejaron en un rincón del alma el olor del barrio, de sus calles y su gente. Guardaron la nostalgia escondiéndola en el día siguiente.
Desde la baranda más alta, agitando pañuelo en sus manos, hacían su última despedida cantando....
“-Adiós pampa mía....... me voy para tierras extrañas.....”
Volvían a sus recuerdos, dejaban su adopción.
Intercalando el canto, sollozos incontrolables, hoy vuelven a sonar.
El hall de embarque despacha documentos y recoge ilusiones jóvenes sin canción.
La mano ágil saluda desde la escalerilla.
La música de las turbinas trae las primeras estrofas .... Adiós pampa mía..... me voy para tierras extrañas.....
La historia era otra, y se estaba tejiendo.
La realidad es ficción irrealizable.
Con pesar, sangra la vida.
                                                  sept/02
Quiero
 
Quiero eclipsar el dolor en sonidos que vuelen y  viajen a otros tiempos.
Quiero dejar de sentir imágenes que no siendo persisten en la piel.
Quiero nacer de otra forma que alivie la tristeza, que sonría desde el centro.
Quiero que las voces del arroyo  que transitan, dejen sabor dulce en las retinas.
Quiero pintar con los colores del alma que no fueron.
Quiero hablar con la voz de la esencia que no pudo existir.
Quiero volver a empezar no estando.
Quiero visitar los fantasmas para bailar otro cielo.
Ya no soy y a pesar mío estoy siendo.
                                                                                                     VII/2001
...de tanta emoción,... tanta vida.
Si de recuerdos se trata, sería apropiado decir, que lo que  conservo de aquellas épocas en que mi padre estuvo preso en la Cárcel de Ushuaia, son sentimientos.
Tal vez porque la edad que transcurría en ese entonces, tenía mas que ver con una edad en que las cuestiones políticas no se comprenden demasiado bien, ni se valoran los alcances de los acontecimientos que a uno le tocan vivir de cerca.
Pero es también cierto que al evocar aquellos días, en que las radios hablaban de la Libertad, de la democracia, y de tantos valores que uno ha ido intentando comprender cabalmente después, la imagen que surge primordialmente es la de mi madre que con su férreo temperamento, aparentemente tranquilo, pero con una gran procesión por dentro, llegaba al Aeroparque, en una noche oscura, después de haber ido a ver a mi padre en su reclusión de Ushuaia.
Recuerdo su nerviosismo al hablar, tratando de explicar que estaban mal de salud por el humo del carbón de hulla, que debían ser traídos porque les estaba dañando los pulmones. Sentía la angustia de ella, tal vez en su voz, tal vez en sus gestos, tal vez en lo que me imaginaba a través de sus descripciones. El Monte Olivia, Las Hermanas, la nieve, la ventana de la  celda sin vidrio.
Mi madre era ideológicamente las antípodas de mi padre, pero si algo aprendí de su relación, fue el respeto y la tolerancia para asumir las diferencias con el otro en su pareja.
Por sobre todas las divergencias que existían en su ideología, tengo la sensación de haber tenido padres que ante todo, respetaron valores fundamentales, de honestidad, respeto, tolerancia y aceptación de la realidad. Ushuaia, significó, el máximo ejemplo de lo que mis padres pudieron darnos en estos aspectos.
Por otra parte las cartas de mi padre eran como conversaciones habituales, conservando la calma aún en la situación que era de por si, angustiosa.
Sus mensajes siguen causándome emoción, cuando casi han pasado cincuenta años de entonces. Son las palabras de un padre al que la prisión no le impidió seguir siendo padre a la distancia, confiando en nosotras y esperando nuestra fortaleza para la situación.
Desde entonces yo ya pintaba, él  me envió varios dibujos, especialmente uno de ellos para que le pusiera color y recordara así, siempre, el lugar por donde estaba pasando sus días.  La vida no me ha dado la ocasión de visitar Ushuaia, pero es como si la conociera. Probablemente la niñez de aquella época me ayudó a imaginar a través de las palabras de mis padres y amigos el ámbito en que transcurrían los hechos. Si bien nuestra historia nos ha enseñado que siempre pueden suceder cosas peores que las que a uno le han tocado, soy una convencida que estas vivencias marcan su huella para toda la vida.
La incomprensión de las situaciones, la angustia que se pasa sin posibilidad de explicación, el cansancio que se acumula de tanta emoción impensada, resurgen en detalles que no se alcanzan a explicar desde la razón, solo desde el sentimiento casi adolescente marcado a fuego. 
Ya transitando más de medio siglo, agradezco a mis padres la fortaleza que nos dieron para encarar los avatares que se presenten, la comprensión que nos inculcaron para perdonar los errores y la paciencia enseñada para esperar tiempos de paz y justicia. 
                                                                                                                           Octubre 2003 

Camastro negro – La pérdida

El olvido no existe. El recuerdo es una mancha persistente en lo profundo del alma.
El teatro que impone el escenario vital complica a los personajes en circunstancias que juegan como bolitas de cristal mostrando todos sus colores, sus brillos, sus centros y sus grietas cascadas.
El material  golpeando entre una y otra, compone cuadros impensados  tejiendo figuras en desprolijas variedades. Cada rebote certero puede ir transformando la realidad y amortiguando el efecto.
Solo la frondosa imaginación forjada desde el amor a la vida traspone los límites de lo posible y enraiza el mañana.
Presencia silenciosa
Hay una presencia silenciosa en la vida de todos. No importa la conciencia  que tengamos de su existencia, pero está.
Dependemos de ella e inexorablemente haremos, antes o después, un idilio indisoluble con su esencia.
¿Qué nos lleva a ignorarla?   
¿Qué nos hace vulnerables ante su presencia en un otro?
El misterio. Lo desconocido.
Es la vida, un lecho de rosas? o un Valle de Lágrimas?
Lo que hacemos con la vida, es nuestra resolución. Nos fue dada sin atenuantes,  sin instrucciones.
Lo que hacemos con el misterio, es producto de nuestra ilusión, nuestra creencia, nuestra fé.
La rebeldía ante lo inexorable, nos empuja a confrontar aunque no podremos aclararlo hasta el idilio final.
Buscamos razones. Pretendemos aclarar los motivos.
Caminamos obsecados escudriñando el misterio y  en esta tarea, perdemos la visión del otro, como un compañero de ruta y nos enfrentamos como resumiendo en él ese misterio que perturba.
Perdemos la esencia de valores persiguiendo ultimar lo inexorable, lo inquietantemente desconocido.
Perdemos la visión de la igualdad que nos incluye, y confrontamos pretendiendo sin conciencia, aniquilar lo invencible.
Todos transitamos el mismo derrotero. Todos somos parte de este viaje inacabado.
Todos estamos unidos por los mismos cuestionamientos. 
Nacemos para morir y lo que hagamos con la vida, depende de nosotros;  lo que hagamos con los interrogantes promoviendo: un valle de lágrimas o un lecho de rosas.
La ilusión de pensar que más allá será mejor, nos tranquiliza.
La creencia de una razón  que justifica el misterio, nos da motivo a la existencia.
La fé  afianza la ilusión y la creencia y nos da motivo para confiar en un después sin lucha y con paz para todos.
Todos, en conjunto o individualmente, damos razones y producimos rosas o lágrimas.
                                               A Julia que se fue habiendo transitado un valle de lágrimas
 y dejándonos rosas para nuestro camino .
                                                                Nqn, mayo 1 de 2010
 

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