DOCE

En las veredas soleadas, las yemas de septiembre, estallaban. Las comadres, en intercambio desalineado, desmenuzaban la osadía de la fuga con aquella mujer , el hijo y la antigua historia. Como al descuido, e intercalando miradas a los paseantes ocasionales, ponderaban la fortaleza de la muchacha y su regreso. El misterio preservaría en la imaginación, las razones del engaño.

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